martes, 16 de diciembre de 2008

Más sobre el Génesis y la evolución

Dos palabras sobre las secuelas del artículo “El Génesis y el origen del universo y de la vida”, que publiqué el domingo 12 de octubre de 2008 en este blog.

Me decepciona el criterio de personas que conozco y que creía profundas y el de personas que no conozco pero que dedican tanto tiempo a decir tonterías y a nombrar lugares comunes sobre ese libro del Antiguo Testamento. El lector habrá adivinado que llevo días leyendo en Internet contenidos sobre el tema.

Voy a ignorar los patéticos “argumentos” de páginas ateas y gnósticas de Internet y me voy a centrar en una crítica significativa a mi artículo, realizada por una persona querida, católica y reconocida autoridad en el mundo científico español. En relación al contenido de mi artículo, dice: “Parece desconocerse que la Biblia utiliza expresiones culturales de su entorno. En el caso del Génesis, la influencia del Enuma Elish es considerable. Lo importante para nosotros (cristianos) es la versión monoteísta y respetuosa con la idea de Dios, depurando todas las visiones y expresiones antropológicas. Justamente los “aspectos científicos” (orden de la Creación y sus características, etc.) de la Biblia son de la cultura sumeria”.

Hace tiempo leí una trascripción al español del Enuma Elish, (poema babilónico que narra el origen del mundo). Me pareció un rollo Macabeo y me llevó a admirar más, si cabe, la labor de síntesis del Génesis si realmente fuera el caso de que se hubiera inspirado en el espeso lío de versículos de aquel poema. Animo al lector a que consulte en Internet ese texto y luego se lea la entrada del Génesis referida a la creación del mundo; un abismo. Si a eso añadimos como característica del Génesis, “la versión monoteísta y respetuosa con la idea de Dios, depurando todas las visiones y expresiones antropológicas” que señala mi crítico, tendremos claro por qué el libro inspirado es el Génesis y no el Enuma Elish.

Naturalmente que todas las civilizaciones se influyen por su ambiente. De hecho, el propio Jesús valida el Antiguo Testamento y no pretende cambiarlo. Si el cristianismo se acabara hoy, un argumento de los ciudadanos de dentro de dos mil años sería que la doctrina de Jesús estaba copiada del antiguo judaísmo – se compararían textos del A. T., letra a letra, con algunos del N. T. -, y por lo tanto deducirían que el cristianismo no era más que una burda copia de “expresiones culturales de su entorno”. Sin embargo sabemos que no es así.

La postura favorable de un científico católico hacia esos inconsistentes argumentos de la ciencia oficial y de autores aficionados al esoterismo, es una expresión del síndrome de Estocolmo de esos católicos en relación con la ciencia oficial.

Tampoco digo en ningún lugar de mi escrito que el Génesis sea un libro científico, sino que marco la sorprendente coincidencia de sus descripciones con la ciencia moderna (“…el contenido “técnico” del Génesis no es disparatado si lo contemplamos a la luz de las más modernas teorías científicas sobre el origen del universo y de la vida…”). A este respecto recalco que “No pretendo decir que el Génesis sea un libro de ciencias naturales, pues hemos de tener claro que “…la interpretación cristiana del Antiguo Testamento es… una interpretación teológica, pero al mismo tiempo plenamente histórica”…”. La cita se refiere a un texto de la Pontificia Comisión Bíblica.

Creo que fui muy prudente al hacer afirmaciones a favor del Génesis, desde luego más de los que las hacen en contra y que dan por absolutamente cierto que están en la verdad. En mi artículo señalo cuál entiendo deber ser la actitud del católico hacia ese libro sagrado del cristianismo y hago hincapié en las asombrosas y evidentes coincidencias de su contenido con la ciencia actual, en la intención de salir al paso de los que desde dentro y desde fuera señalan al Génesis como absurdo, sin ningún fundamento más allá del adoctrinamiento ateo de moda.

Siguiendo con la crítica a mi artículo, leo: “La idea de Evolución (que se encuentra de forma parecida en los exegetas cristianos) es neutral con la Creencia en Dios. \ Lo malo es su uso fraudulento y sectario”.

Por descontado. En mi artículo afirmo igual: “La teoría evolucionista, de demostrarse cierta algún día aunque sea parcialmente, entonces como toda ciencia veraz no será incompatible con la existencia de Dios. Dios tiene cabida en toda Verdad, pues es la Verdad última”.

Pero debemos tener presente que la teoría evolucionista no es más que eso, una teoría, y una mala teoría. Es una mala teoría porque es incoherente y carece de evidencias en el mundo real, aunque su planteamiento suena lógico si evitamos mirar al mundo natural. De hecho, desde Darwin, la Ciencia ha ido desmontando, uno a uno, los planteamientos evolucionistas. El mismo Darwin, probablemente el defensor más bienintencionado de su teoría, reconoció en su obra las graves limitaciones de sus planteamientos. Si hay ocasión, otro día hablaremos de ello.

No me sorprende el modo de aferrarse al evolucionismo de personas sin cultura o débiles de carácter, alienadas por su ideología o temerosos de ser marginados en el mundo académico. Pero un investigador honrado - por descontado un investigador católico - no debería dar por sentado lo que no es. La teoría evolucionista no está demostrada y tiene innumerables lagunas, algunas de fondo. ¿A qué apuntarse a algo tan inconsistente? ¿por miedo a ser señalado?

Un investigador que parta con prejuicios, no llegará a ningún sitio razonable. Ignoro si acabará demostrándose la teoría de la evolución – no me preocupa que así sea – pero desde luego no llegará a la verdad quien parta castrado por una teoría sometida a un planteamiento ideológico y sin calidad científica. Quien repase mi artículo encontrará referencias a que los hitos en las ciencias del universo, de la biología y de la genética no sólo son científicos creyentes, sino clérigos católicos, hombres de mente libre en busca de la Verdad.

“…Limpiar los ojos. No vasta querer ver… Se requiere disponibilidad o receptividad para lo que aparezca, sin interponer condiciones que enturbian o tapan la visión… ¿Limpiar los ojos es acaso fomentar la “credulidad”? No; es fomentar la objetividad…” (José Guerra Campos. 1920-1997. Obispo, teólogo y filósofo español).

Esto quería concluir sobre las secuelas de mi artículo sobre el Génesis.